Como ocurre cada vez que intentamos innovar en nuestra vida sexual, ver tantas opciones y empaques puede llegar a marearnos. En el caso de los lubricantes, aunque haya algunos “comodines” buenos para tener a mano, cada producto tiene su propio propósito y sus limitaciones específicas.
Esto no se trata de marcas, sino de funciones, de para qué se los quiere o necesita. “Los lubricantes suelen usarse como un complementa para mejorar el disfrute en la cama o escaparnos de lo convencional. En ocasiones, algo tan simple acaba por marcar la diferencia y garantizarnos mayor placer”, comenta la sexóloga María Sol Terán.
Su uso también aparece en el plano médico. “La humedad natural de la vagina suele verse afectada por muchísimos factores. Por ejemplo, debido a los cambios hormonales que sufren las mujeres durante la menstruación, el embarazo, el puerperio y/o la menopausia. En estas situaciones, los lubricantes (junto a las emulsiones hidratantes) son una solución para mantener el bienestar íntimo”, agrega.
Dudas frecuentes
- ¿Para qué sirven los lubricantes sexuales?
- Su principal objetivo es mejorar el deslizamiento de los genitales para evitar fricciones o molestias durante la penetración u otras prácticas sexuales. Precisamente la falta de humedad o “humectación” en la vagina y pene pueden provocar desgarros o abrasiones; además de aumentar los riesgos de que se rompa el preservativo. Utilizar lubricantes no es obligatorio, todo depende de nuestras circunstancias, fantasías o los deseos sexuales que proyectemos.
- ¿Qué tipos existen? ¿cuáles son sus beneficios y puntos negativos?
- Los lubricantes se clasifican según su composición en tres grandes grupos:
- Lubricantes acuosos: son los más versátiles ya que sirven para la mayoría de prácticas sexuales y son 100% compatibles con los preservativos y los juguetes eróticos. Resultan fáciles de limpiar y ligeros al tacto. Su consistencia hacen que se absorban o sequen con rapidez; por lo cual necesitamos una dosis mayor o volver a aplicarlos en lo que dura el encuentro. No son útiles para el sexo acuático, debido a que se diluyen con el agua. Los lubricantes comestibles (destinados al sexo oral) entran en esta categoría.
- Lubricantes oleosos: se caracterizan por ser bastante grasos, superdeslizantes y muy duraderos. Su lenta evaporación los vuelve perfectos para dar masajes eróticos o mantener sesiones intensas y largas de sexo. Como contra, son difíciles de retirar y manchan las sábanas o la ropa. “Los lubricantes a base de aceite son incompatibles con el látex; así que pueden dañar la estructura de los preservativos, diafragmas y otros anticonceptivos de barrera”, aclara la ginecóloga Lucero Miguez.
Por otro lado, no se recomiendan para el coito u otro tipo de penetraciones porque tienden a irritar la zona. Los lubricantes oleosos tampoco se recomiendan para las mujeres que padecen sequedad vaginal.
- Lubricantes con siliconas: disponen de una textura sedosa y perduran más que los lubricantes a base de agua. Con esta fórmula los preservativos no sufren daños. Sin embargo, se desaconseja embadurnar con ellos los sex toys de silicona. Por su densidad se aconseja emplearlos para el sexo acuático, anal u otras prácticas en las cuales se requiere mucha lubricación adicional.
- ¿Podemos sufrir alergias, ardor o dolores en los genitales al colocarlos?
- En teoría, todos los lubricantes que salen al mercado tuvieron que pasar por pruebas de calidad y testeos dermatológicos. No obstante, puede ocurrir que un producto sea demasiado intenso para nuestros genitales o altere el equilibrio de la flora bacteriana allí presente.
“Algunos lubricantes contienen fragancias artificiales o sustancias cosméticas cómo glicoles, glicerinas y parabenos. En personas alérgicas o con tendencia a la irritación de piel es probable que ellos produzcan una reacción adversa, como inflamaciones o sarpullido”, advierte Terán.